¿Qué es el Autismo?
El Autismo, o Trastorno del Espectro Autista (TEA), es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la manera en que una persona se comunica y se relaciona con los demás, así como cómo experimenta y comprende el mundo que la rodea. Se le llama “espectro” porque abarca una amplia gama de manifestaciones y grados de severidad. Las características principales del Autismo incluyen:
- Dificultades en la comunicación social:
- Problemas para iniciar o mantener conversaciones.
- Dificultades para comprender y usar gestos, expresiones faciales o el lenguaje no verbal.
- Dificultad para entender las normas sociales y establecer relaciones con los demás.
- Intereses restringidos y conductas repetitivas:
- Movimientos repetitivos, como aleteo de manos, balanceo o giros.
- Insistencia en seguir rutinas específicas y dificultad para tolerar cambios.
- Intereses intensos y específicos en ciertos temas, objetos o actividades.
- El Autismo se manifiesta generalmente en la infancia temprana, y los síntomas pueden notarse antes de los 3 años. Aunque persiste a lo largo de la vida, la intensidad y los efectos pueden variar considerablemente entre una persona y otra. Con una intervención temprana y adecuada, muchas personas con TEA pueden mejorar sus habilidades sociales y comunicativas, y llevar una vida plena.
¿Cuándo se detecta?
El diagnóstico definitivo puede realizarse a partir de los 3 años, pero desde los 18 meses, o incluso antes, es posible detectar indicadores de riesgo para el Trastorno del Espectro Autista (TEA)..
¿Cuáles son las causas?
La causa o las causas exactas del autismo aún no se conocen, pero se consideran múltiples factores. Las investigaciones indican que los factores genéticos desempeñan un papel fundamental. También existe evidencia que sugiere una asociación con una variedad de problemas en el desarrollo del cerebro, y se están estudiando posibles vínculos con factores ambientales.
Señales de Alerta
- Dificultades en la comunicación social:
- No responde al ser llamado por su nombre a los 12 meses.
- Evita el contacto visual o tiene dificultad para mantenerlo.
- No muestra expresiones faciales adecuadas a las situaciones (como no sonreír en respuesta a una sonrisa).
- No señala objetos de interés ni muestra cosas a otros para compartir su interés a los 14 meses.
- No balbucea, usa pocas palabras, o no forma frases simples a la edad esperada.
- Dificultad para iniciar o mantener conversaciones.
- Comportamientos repetitivos y restrictivos:
- Realiza movimientos repetitivos, como aletear las manos, balancearse o girar.
- Se obsesiona con alineaciones u organización de objetos.
- Se molesta con cambios en las rutinas o se resiste a las transiciones.
- Desarrolla intereses intensos o inusuales, a menudo en temas específicos.
- Juega de forma limitada o poco creativa, como girar las ruedas de un juguete en lugar de usarlo de manera imaginativa.
- Respuesta inusual a los estímulos sensoriales:
- Se irrita o reacciona de manera exagerada a sonidos fuertes, luces brillantes, texturas, o ciertos olores.
- Parece insensible al dolor o al frío.
- Busca sensaciones táctiles específicas o evita el contacto físico.
- Retrasos en el desarrollo:
- No balbucea ni emite sonidos a los 9 meses.
- No camina a los 18 meses o tiene habilidades motoras inusuales.
- Pérdida de habilidades previamente adquiridas, como hablar, sonreír, o hacer gestos.
- Otros signos:
- Muestra poca o ninguna habilidad para jugar a juegos de ficción o imitar acciones de otros.
- No muestra interés por relacionarse con otros niños o jugar en grupo.
- Presenta crisis prolongadas e incontrolables o tiene dificultades para autorregularse.
¿Cómo se Diagnostica?
El diagnóstico es clínico, lo que significa que, por ahora, no existen exámenes de sangre, orina, radiografías, tomografías, resonancias ni electroencefalogramas que puedan confirmarlo. Sin embargo, estos exámenes pueden ayudar a descartar otros problemas de salud. El diagnóstico es realizado generalmente por un psiquiatra pediátrico o un neuropediatra, aunque los primeros en sospecharlo suelen ser los padres, el pediatra de cabecera del niño o los maestros de educación inicial. Se basa en una historia clínica detallada y en la observación del niño. La información más importante y relevante para el diagnóstico es la proporcionada por los padres. Además, existen cuestionarios especiales, pruebas psicológicas y entrevistas basadas en el juego que ayudan a confirmar el diagnóstico en cada caso
¿Qué tratamientos se utilizan?
Dada la diversidad de la población con TEA y el estado actual de los conocimientos, no se puede emplear un único tratamiento. Las estrategias deben ser personalizadas para cada niño o niña, según su edad y sus características particulares. El objetivo principal de los tratamientos es maximizar el desarrollo de las capacidades de cada niño, promoviendo su mayor autonomía y participación. Los programas educativos estructurados y las intervenciones conductuales son elementos clave en las estrategias de intervención. Los tratamientos de lenguaje, psicomotricidad, habilidades sociales, psicoterapia y el uso de fármacos son recursos que complementan un enfoque multimodal, adaptado a las necesidades de cada caso. Las familias de niños y niñas con TEA enfrentan importantes desafíos y requieren servicios de salud, educación, seguridad social y otros apoyos a largo plazo.
¿Cuál es el porcentaje de niños y niñas con Autismo?
La prevalencia del Trastorno del Espectro Autista (TEA) varía según la región y los métodos de diagnóstico empleados. A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 1 de cada 100 niños presenta TEA. Organización Mundial de la Salud
En México, un estudio realizado en 2016 por Autism Speaks y la Clínica Mexicana de Autismo (CLIMA) identificó que 1 de cada 115 niños tiene autismo. Teletón
Es importante destacar que estas cifras pueden variar debido a factores como la concienciación, el acceso a servicios de salud y las prácticas de diagnóstico en cada país.